La era de la IA de consumo general en la que estamos entrando trae consigo una amenaza existencial, una perdida de sentido que se es una extensión de lo que llevamos viviendo hasta ahora [con las redes sociales].
Si las IAs pueden dibujar, diseñar y escribir mejor que nosotros, si los robots pueden bailar mejor que nosotros y conducir y en general trabajar mejor que nosotros… ¿Para qué servimos nosotros?
Llevamos años diciéndole a la gente que los ordenadores no podían ser creativos, que había algo mágico en el ser humano, algo único. Y eso ha resultado ser mentira.
Esta revolución va a traer un problema existencial mayor que las anteriores. Ya lo estamos viendo con artistas ofendidos porque han usado sus obras sin su permiso para entrenar a las IAs o que dicen que esos diseños no tienen alma porque no tienen esfuerzo detrás…
Mientras los demás no somos capaces de distinguir una imagen “sin alma” de una hecha a mano, o incluso encontramos la variedad y las posibilidades de tener arte instantáneo totalmente embriagadoras.
Ahora cualquiera puede crear imágenes bonitas, sorprendentes, cautivadoras, sin ningún tipo de entrenamiento, sin años de estudio y práctica. Pronto esto ocurrirá con la música, la escritura, la escultura, el diseño industrial y de infraestructuras…
Hace 30 años el mundo se sobrecogió cuando deep blue ganó a Kaspárov, hoy en día midjourney y ChatGPT no abren informativos, no sé si porque aún no ha llegado la noticia a los círculos de la comunicación o porque el miedo es más profundo.